El discurso jurídico y pedagógico en la evaluación de la lectura
El discurso jurídico y pedagógico en la evaluación de la lectura*
La sociedad se caracteriza por ser un grupo de
individuos que mantienen unas relaciones económicas, políticas y culturales que
les avala la construcción de una identidad colectiva, que a su vez,
garantiza la supervivencia y la
reproducción de la especie humana dada en ese conjunto, en un determinado
espacio. En este sentido, el poder se
presenta como una fuerza de organización que ayuda a dar forma a la misma
sociedad y frente al cual, los actores deben repensar sus propias leyes que
establezcan el comportamiento ideal de convivencia al que todos deben llegar
para vivir en unidad.
En la actualidad, se plantea para el territorio
colombiano que para organizar dicha sociedad, se hace necesario crear un organismo
que ayude a administrar y a regular las normas que han sido construidas por el
mismo grupo humano, y que se denomina: el estado. El estado es un ente que
regula las normatividades dadas en los ámbitos: morales, éticos, jurídicos y sociales,
las cuales se encuentran establecidas en la Constitución Política de Colombia
de 1991. En este sentido, el estado organiza el poder de la nación colombiana
mediante la creación de pequeñas instituciones en donde se exponen y se hacen
cumplir las normas establecidas por la misma sociedad.
Una de estas instituciones reguladoras de las normas
sociales corresponde a los centros de formación que permiten la construcción y
reconstrucción del ciudadano colombiano. Para este caso, se tiene a la UIS, la
cual se define en su presentación institucional virtual como “una organización
que tiene como propósito la formación de personas de alta calidad ética,
política y profesional; la generación y adecuación de conocimientos; la
conservación y reinterpretación de la cultura y la participación activa
liderando procesos de cambio por el progreso y mejor calidad de vida de la
comunidad”. (UIS, 2014).
Lo anterior, permite vislumbrar la concepción de
ciudadano ideal al que se pretende alcanzar y al que debe apuntar todo discurso
pedagógico en los procesos de enseñanza y aprendizaje. Es así como la UIS, como
entidad encargada de la regulación de la norma, delega el poder en el proceso
de formación a un actor social, el docente, el cual tendrá como trabajo enseñar,
evaluar y calificar a los estudiantes que cumplan con la identidad colombiana
construida en la Constitución Política.
De esta manera, la evaluación de la lectura se
conceptualiza como un proceso de sanción que requiere de la comparación entre
la concepción de sujeto lector ideal colombiano que se pretende alcanzar con el
sujeto lector real colombiano que está en las aulas de clases. Es decir, la
labor del docente es capacitar a los estudiantes para que desarrollen el
proceso lector pero a partir de unas rejillas de lecturas que están orientadas
por el concepto de colombiano que se configura, principalmente, en los
reglamentos constitucionales de dicha nación y que deben ser coherentes con los
reglamentos institucionales de aquella universidad.
Lo anterior permite evidenciar que la lectura se
empieza a construir, dentro del marco jurídico educativo, como una meta que
debe alcanzar todo sujeto. Es por esto, que dentro de los estándares que
regulan la educación, se proyecta como fin la formación de la lectura. Al respecto,
Juan Ignacio Pozo afirma:
“El acceso al conocimiento está estrechamente
vinculado a la capacidad del aprendizaje de la cultura de nuestra especie, ya
que ese conocimiento no sería posible sin la capacidad de <<leer>>
otras mentes y aprender de ellas, es decir, sin esa psicología natural o intuitiva (Humphrey, 1938; Revière, 1991) que nos
permite compartir intencionalmente representaciones, pero también sin el
conjunto de sistemas de representación y conocimientos culturalmente
almacenados, que constituyen una <<herencia cultural>> que define a
nuestra especie tanto como esa herencia genética que todos recibimos al nacer”.
(Pozo, 2008).
El planteamiento de Pozo
permite evidenciar que la lectura es un fin necesario para la cultura porque es
a través de esta que se conserva y se transforma la identidad colectiva. Una
identidad que ha sido heredada pero que puede ir cambiando por la misma
sociedad.
*Elaboración en las clases de Maestría en Semiótica, Universidad Industrial de Santander, 2014.
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